Buscar este blog

sábado, 23 de febrero de 2008

Ten cuidado Gina

Si las miradas son lo que son. ¿Por qué ocultarlas?, ocultarlas bajo las acciones, bajo las mentiras, bajo capas de falsa personalidad.

¿Cómo es que no podemos admitir lo que hay detrás de ellas?.

Alguna vez, se ha intentado dar rienda suelta a las emociones, pero, cuando queremos explicar algunas situaciones, no podemos decir lo que son, buscamos respuestas en los ojos.

Dicen que los ojos son el espejo del alma, dicen que una imagen vale más que 1000 palabras, se dicen muchas cosas, pero qué hay de cierto en ello, qué nos lleva sentir que lo que se nos está diciendo no es cierto, que la acción, la mirada y las palabras no concuerdan.

Alguien sabio, hace muchos años, rumoreaba que las mujeres poseen un 6º sentido, una intución "femenina", que les hace estar más conectadas con lo que les rodea. ¿será que todo el mundo tiene esa intuición?. Y la paranoia. ¿Será un 6º sentido que se ha vuelto descarriado?.

¿dónde está el límite entre la paranoia y la intuición?.

Tal vez os suene la frase, "eso son imaginaciones tuyas".

En definitiva, ¿qué tenemos?. Yo creo que hoy en día, debido principalmente a que es obligatorio esconder que algo nos afecta, lo que nos hace humanos, pues yo diría que nuestra capacidad para entender nuestro entorno, nuestros impulsos, los impulsos de los demás ya no nos sirve de mucho.

¿Por qué nadie nos enseña a interpretar las señales externas?, ¿por qué nadie nos enseña a dar rienda suelta a nuestras emociones sin que nos pase precio?.

¿precio?, pues sí, un precio social. Digamos que no nos enseña a soportar el precio social de nuestras acciones, de nuestras decisiones, es como si solo quisieramos ser aceptados, cueste lo que cueste. Pero, ¿cómo nos va a aceptar nadie si no nos aceptamos nosotros mismos?.

Al final, lo más fácil es ocultarlo todo, para todos, para todo, y claro, qué tenemos pues que lo único que nos llega de los demás es un montón de señales, confusas, difusas, con poco sentido, y aun encima engañosas, tergiversadas, con intención, y, ¿para qué?, sólo para ocultar quiénes somos, pero no sólo a los demás, sino a nosotros mismos, porque la mejor forma de cambiar nuestra chaqueta, es comprarnos otra.

Me temo, que por mucho, que aprendamos a controlar nuestros impulsos, a dominar nuestra psique, a creer que los demás no podrán descubrir nuestro miedo, todavía no hemos evolucionado lo suficiente como para que no quede rastro de nuestro auténtico "perfil de usuario".

Hoy por hoy, si miramos a los ojos de alguien, podremos todavía observar algo de ese rastro. Aprovechemos mientras así sea, ya que, dudo mucho que se demore el momento en que en la escuela te enseñen a ocultarlo definitivamente del corazón y la mente, ajeno, ajena, y propios.

¿qué quien es Gina?, Gina soy yo, Gina eres tú, Gina son ellos, Gina somos todos.

¿y tú qué opinas?

un saludo desde áfrica.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Miedo..., igual que mi estimado Misionero, creo que es la palabra que responde a la cuestión de por qué ocultar la mirada y por qué no admitimos lo que hay detrás de ella. Es un arma de defensa. Parece que siempre estamos a la defensiva con que nos vean tal cual... pero si nos damos cuenta, una defensa muy usual es esquivar al otro, no encontrar su mirada porque sabes que siente que entre tus mirada y lo que dices no hay concordancia. Y por ello recurrimos a frases como "eso son imaginaciones tuyas"... ¡¡hemos cargado de nuevo la ballesta!!...
Expresamos más cosas de las que creemos. Todo nuestro sistema visual, fisiológicamente, se pone en juego por lo que sentimos, aún cuando intentamos ocultar algo que no queremos.
Misionero: cuestionas que hoy en día es "obligatorio" esconder algo que nos afecta... ¿estamos realmente tan supeditados como para sentir la "obligación"?
Es más, a tu cuestión de "¿por qué nadie nos enseña a interpretar las señales externas?", yo añado ¿debemos llegar a ese punto? ¿al punto de estar condicionados siempre por los demás porque creemos que esperan algo de nosotros?... Es ahí cuando dejamos de ser "ajenos" y no es ese el fin.

La pureza de una mirada es casi imposible, ni siquiera en un niño; es muy complicado encontrar una transparencia total, pero la hay.
En cierta ocasión escuché que hay gente que tiene una mirada más clara (por ponerle un adjetivo sinónimo a lo que se oculta), una mirada "alcahueta", de esas que no pueden ocultar lo que sienten por cada una de las cosas que hacen. Y por otra parte hay miradas oscuras, "zorras"... De las primeras, escasas, aunque son personas con miedo a que les hagan daño y descubran todo lo que sienten sin decirlo con palabras, siguen teniendo esa mirada limpia... creo que porque se aceptan tal cual. Las segundas, como bien apuntaba Misionero, es lo usual.

Una de las cosas que más me gustan cuando hablo con alguien, con los míos, con mis amigos, con mis "ajenos" y los no tanto... es que me devuelvan la mirada. Simplemente porque están.

Un saludo desde el meridiano
(PD: me alegra mucho volver a encontrarte)

VIDA dijo...

Nacemos sin miedo a mirar, a comunicar nuestros sentimientos. Pero el miedo es otra de las cosas q nos enseñan, como atarnos los zapatos.
Nos enseñan a sentir vergüenza, culpabilidad, celos... ¿Por qué? No es biológica ni evolutivamente útil. Y en la vida social no son más que obstáculos.
Pero el peor efecto viene a nivel personal, en tanto cuanto yo soy un ser humano que debe (entre otras supervivencias diarias): autoconstruirse, crearse, equilibrar autoestima y ego, crecerse...
Entonces, todas esas cosas negativas que nos enseñan, al ser tan destructivas y causar un efecto correa (VID: cuento del elefante de circo atado con una cuerdita pero que no se escapaba) ¿para qué nos las echan encima? Quizá porque de pequeñ@s sufrieron el golpe de que se lo enseñaran y tratan de quitarse ese peso compartiendo la carga.
Yo estoy muy cargada. Y no sólo por mi infancia! Cada día tengo que decirle a alguien frases del tipo: "no busques culpable. La culpa no existe" o "vergüenza? de q? si no haces daño a nadie, vive libre".
Los soldados vuelven de las batallas con heridas de guerra que pican cuando hace mal tiempo. Yo no sé cómo rascarme de estas heridas pesadas.
Mi único arma es ser yo misma. Demostrar al mundo (sin aspavientos) con mi vida diaria que otra vida es posible; vivir sin cargas, sin miedos, sin cortapisas, sin vergüenza, sin rencor... VIVIR sin DOLOR, tratando de sentir AMOR (no nos limitemos al concepto del 14 de febrero).
Yo tengo una lucha diaria, porque me dejen vivir sin miedo; porque mi sonrisa y mi mirada sean la mayor alegría que pueda dar, aunq no me cueste nada.
Si sabes lo que es vivir una sonrisa que te alegra, quizá pueda seguir con mi cruzada, contagiar sonrisas y borrar lo inecesario.
A ti, que me lees, te dedico una profunda sonrisa.

Anónimo dijo...

Ser uno mismo en esta sociedad se convierte a veces en una actividad con gran peso...

Se supone que uno tiene que ser de una forma determinada, entrar en un cajón y quedarse en él para que los demás puedan ubicarle... Cuando hay que fingir mucho tiempo acabas siendo lo que muestras...

Mirar a alguien a la cara es no sólo ver quien es, sino mostrar quien eres... Y ese es el miedo, que te "vean", que te conozcan, que con esa información te hagan daño... Probablemente porque todos hemos sentido ese dolor alguna vez y no queremos repetirlo. O tal vez, porque la información es poder, y todo queremos tenerlo sobre la otra persona...

Yo creo que en el fondo todos tenemos esa intuición de la que hablas, pero la mayoría no queremos mirar porque lo más seguro es que haya algo que no queramos ver. Así que ¿para qué hacer el esfuerzo? Puro egoísmo...

Aceptarse a uno mismo es un tema muy complicado a veces. Vivimos en una sociedad que nos mueve como una marea y en la que se nos bombardea con qué debes ponerte, cómo debes ser, qué debes sentir, lo que debes opinar... A mí me importa un pepino lo que piense la gente de mí, exceptuando aquellos a quienes quiero y reconozco que eso me fastidia enormemente... Pero es así... Quizá porque en el fondo llevo en mi corazón una carga que necesito compartir y egoístamente necesito de otras personas... Y no hablo de carga en sentido negativo, aunque a veces sí de descargar la tensión con alguien que sabes que te escucha, que te acompaña y que te hace sentir mejor... Hablo de una carga de amor, de ternura, de dulzura, de ofrecer lo mejor de mi... y para eso hay que tener a quien...

Yo he empezado a aceptar mi sombra, aquello que quizá en otro tiempo ocultaba severamente, ya no. Forma parte de mí, incluso me gusta disfrutar de ella... Pero a veces, queremos ocultarnos de nosotros mismos y para eso, lo mejor es empezar por ocultarnos de los demás...