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domingo, 29 de noviembre de 2009

Los momentos decisivos...mal amigo el orgullo negativo

Siempre he creido que hablar se me da mejor que escribir. Eso no significa que comprender lo que yo siento, o lo que yo percibo, en definitiva transmitir lo que llevo dentro, sea, a lo mejor más sencillo, cuando escribo que cuando hablo.

El canal de comunicación está siempre lleno de perturbaciones.

- Cómo estamos.
- Como está nuestro interlocutor.
- Nuestra capacidad para entender lo que sentimos.
- Nuestra capacidad para traducir esas sensaciones a pensamientos.
- Nuestra capacidad para que esos pensamientos lleguen a nuestra boca.
- La capacidad del interlocutor de entender nuestra palabras sin filtrarlas con su particular punto de vista de la situación.
- La capacidad de nuestro interlocutor de escuchar, de oir, sin que ello se mezcle con sus propias sensaciones.
- El quitarnos la sensación de querer dominar por encima de ser dominados.

En definitiva, éstas y muchas otras perturbaciones alteran, dominan, posicionan nuestra forma de entendernos.

Aquí me encuentro. Tratando de explicar que hay ciertos momentos en los que uno no sabe realmente porque se llega posiciones numantinas, por qué el único punto en común en una situación es enviarlo todo a tomar gárgaras.

En mi interior dominaba la sensación de soledad, la idea de que allí no pintaba nada, de abandono. Eso no es lo realmente importante, si no que traté de transmitir que así me sentía, que lo que estaba pasando en ese momento no era bueno, que no debía dejar pasar un instante en pararlo, en no consentir que aquello siguiera por esos derroteros.

Como fue mi sensación, cuando no sólo se negó la realidad de esa sensación, sino que aun encima sentí que quisieraon silenciarme, "como un quéjate, pero en silencio o donde yo no tenga que escucharte"

A pesar de todo, empleé todos mis medios para no sentirme mal, pero fueron inútiles, no podía evitar sentirme solo en aquella situación. ¿Cómo iba a quedarme sintiéndome así?. Si voy a sentirme solo, si una persona cercana promueve y no evita que me sienta solo, si a pesar de pedirle un remedio contra todo eso, lo evita y se evade, no sería mejor, ¿realmente desaparecer?

Quedarme, sin decir nada, sería como admitir, que no importa como me sienta. Eso tenia en mi mente, cuando te acercaste, pareció que ibas a reconocer que aquello no estaba bien, y en cambio, tu pregunta, de si me iba a ir o a quedarme, ahondó en mi soledad, como si tu intención fuera acabar con cualquier esperanza de que yo me sintiera mejor, como si realmente buscaras el enfrentamiento, como si me dijeras "ríndete, ya no hay nada por lo que luchar"

Herido, no pude evitar sacar toda mi rabia, y decir, "NO, GRACIAS". No fue una sorpresa tu reacción, creo que el orgullo te pierde, pareció que te sentías ofendida y fin de la conversación, se cerraron en banda toda posibilidad de explicarse, de atender a razones, de quedar con una sensación de "pues que se le va a hacer". No creo que sea tu cansancio lo que te hace responder así, si no tu orgullo, y cuando te sientes herida, ofendida, débil, o cualquiera de las posibles variantes, no hablas, te cierras en banda y golpeas. Ahí está lo peor, GOLPEAS.

Traté, en vano, de hacerte ver que era imposible que quisieras que compartir momentos conmigo, cuando cinco minutos antes estabas a tus cosas completamente alejada de la idea de compañía. ¿Qué se puede entender?, es un quiero pero no quiero, es un me gustaría pero tienes que aguantar con todo esto, es si, pero no, qué es, si alguien lo sabe que me lo explique, porque lo que mi cabeza me dice, los huecos que tengo que rellenar y relleno, no me dejan oportunidad de pensar nada bueno, sólo encuentro tristeza.

En el fondo, parece que alquien quiere alejar a una persona de su vida.
En el fondo, parece que no va a servir de mucho tener paciencia.
En el fondo, si protestas ten por seguro que vas a acabar peor que si te hubieras ido con la cageza gacha.


Empleé mi orgullo negativo sólo al final de la discusión, cuando ya la rabia y la frustración hicieron mella en mi, cuando hablarte no parecía servir para nada. Admito que los orgullos negativos son enemigos del buen talante, ofenden, dañan, e impiden un normal trato en las personas.

Si hago daño con mi orgullo nacido de tan malas sensaciones, pido disculpas, una cosa no quita la otra, no es que no me cueste reconocer a mi enemigo, o al causante de que pueda ofender o molestar o dañar a alguien cercano, pero cuando nace de dolor, uno se agarra a que en realidad ha sido la víctima, y el último sentimiento de una víctima es la de disculparse.

Mi orgullo me hizo acreedor de unas últimas frases desagradables, llenas de rabia, y el tuyo abandonar todo contacto y desaparacer. Me dejaste allí, no más sólo de lo que me sentía 2 minutos antes, pero denotaban lo fácil que es que las personas rompan cualquier formalidad entre ellas. Cierto, abandonar aquel lugar y en aquel momento era tal vez evitable, pero quién se daría cuenta de ello. No esperé a que volvieras, desde luego que no.


En su momento entendí que no debía exigir o protestar en estos instantes de tu vida, que todavía era un intermedio y que por ello debía respetarlo.

Qué difícil es ser inmune en estos intermedios, ayer me pareció que es imposible serlo.

Inmune, ¿a todo?, no sabría decir a qué exactamente, pero cada día salta una cosa, y es como un tiro en la linea de flotación.

¿siguiente paso?. En caliente, digo que me siento roto por dentro. Aun me queda mucho que madurar cuando no soy capaz de quitarme ciertas sensaciones, o apartarlas a un lado mientras espero momentos mejores para tenerlas en cuenta. Me rompen por dentro y me quieren obligar a que yo busque la manera "fácil" de hacerlas desaparecer. Reconozco mi debilidad en ese campo, no me gusta estar con situaciones a medias, no me gusta el vivir con intranquilidad, pero hoy toca aprender. Tengo que aprender a darles la oportunidad a los demás de que puedan hacer lo correcto, de que tomen iniciativas por ellos mismos, tal vez más tardes de lo que yo las hubiera tomado, pero respetar sus ritmos, sus cosas de cabeza, su momento. Tal vez yo lo hubiera diligenciado ya, pero he de aprender, he de superar, el dolor del impass.

Tal vez al final, todas estas experiencias me sirvan para superar ya estas debilidades. Tal vez sea real que puedo hablar en frío, y que puedo y sabré esperar a que llegue ese frío, y no por ello dejarme la mente en el camino.

Este relato de orgullos encontrados, de sensaciones dadas y recibidas, entiendo que puede servir para dar a entender que es lo que pienso sobre todo ello. Aunque como decía al principio, "mierda de canales de comunicación, llenos de duendes"

¿y tú qué opinas?

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