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jueves, 11 de febrero de 2010

El precio de la sinceridad...

Nunca sabremos si hubiera sido mejor no hacer algo, no decir algo, bueno en definitiva, una vez que tomamos un camino, los otros, las alternativas, ahí se han quedado, da igual que nos demos de cabezadas, nunca más volverán.

Con la sinceridad pasa algo similar. He oído decir que hay un momento para todo, incluso un momento para comentar lo que llevas dentro. El momento exacto en el que tu interlocutor está realmente abierto y se muestra particularmente comprensivo, y todo lo que tú dices es recogido de la mejor manera posible.

Esa manera, la mejor, digamos, por el éxito y provecho que se obtiene de esa sinceridad.

En muchas ocasiones sólo tendremos un único premio. El beneficio de sentirse bien con uno mismo, el haber hecho lo correcto, el haber sido sincero, eso será nuestro premio.

Claro está, las consecuencias, casi todas ellas no van a ser tan agradables, y terminarás perdiendo aquello que creías tener. El apego está prohibido, decían los Jedi en la Guerra de las Galaxias, pero que pena da, ver que las personas que te interesan, que no querrías que desaparecieran de tu vida, se van a convertir en un recuerdo, en dos segundos pasan de muy cercanas a convertirse en un momento más de tu vida.

No parece tan productiva la sinceridad como debiera. Yo sigo encontrándome con que es la base de cualquier relación, la creación de confianza, pero claro, muchas veces, es la causa de la ruptura de los puentes que había creados.

A cada orilla nos quedamos, mirando, damos media vuelta, y nos alejamos. Allí, vuelvo, a mi mundo, a veces pensando ¿quién ma mandaría ser sincero?.

Muchas veces la respuesta consiste en echarle la culpa a otra persona, en mi caso, a mi madre....GRACIAS MADRE.

4 comentarios:

Clo dijo...

La sinceridad debería ser la base de todas las relaciones humanas, pero no todo el mundo sabe aceptarla y hay muchos que no saben el significado de esa palabra.
Como bien dices, la sinceridad tiene un precio y muchas veces nos preguntamos si ha valido de algo ser sinceros. Personalmente, sigo pensando que vale la pena apostar por ella, aunque por el camino algunas personas que me acompañaban sean ahora un recuerdo y una experiencia más en mi vida.

Un beso enorme.

Anónimo dijo...

quién me mandaría a mí a ser sincera?

qué frase justo ahora, cuando no puedo dormir y me meto en este blog para hablar justo también de sinceridad.

yo también me estoy dando con un canto en los dientes, quién me mandaría a mí a abrir mi corazón y a decir grandes verdades. ahora sé porque me he vuelto tan callada. soy dueña de lo que callo y esclava de lo que digo.

cuando la sinceridad va acunada por sentimientos y latidos del corazón, y aderezada con un poco de débil cariño propio se vuelve un arma tan potente que perdura años sus destrozos.

esos destrozos los he leído hoy, he vuelto al pasado, y entre letras de cartas antiguas también me he acordado de mi madre.

me pregunto si aquéllos destinatarios de mis lindas palabras se acordarán de ellas algún día y con tres zarpazos de risas o vergüenza ajena las guardarán para enseñármelas algún día.

si pudiera volver al pasado y recoger cada retal de frase salpicada de cariño hacia alguien que creí que se lo merecía. si pudiera tener una máquina de borrar recuerdos y así poder meterme en cada mente hostil y egoísta, dañina y gilipollas. sería un poquito más feliz.

me odio por todo aquello. pero creo que se deberían odiar más los destinatarios por coger un diamante en bruto y desnaturalizarlo con su arpías lenguas.

dios me libre de un alma sensible y buena que escriba y que su arte lo derive a personajillos sin corazón.

rectifico: dios me libre no de almas sensibles, es más que me rodee.
Pero eso sí, que me guarde ese dios de no coger un palo y aplastarlo entre sus mínimos cráneo y sus verdes corazones.

menos mal y doy gracias también a mi madre, como tú misionero, esta vez por ser menos sincera.

lorca, cuánto te entiendo.


soy mina,

y te vuelvo a felicitar por tus escritos y los de tus seguidores.

Anónimo dijo...

discúlpame, hay una errata al final. no quería en mi escrito aplastar el cráneo del sensible.
el que quería aplastar era el del arritranco egoísta. aunque creo que se sobreentiende.

mina ;)

Anónimo dijo...

Las personas sinceras siempre serán dignas de admiración, aunque las consecuencias de sentirlo y descubrirlo no sean precisamente las que quisiéramos vivir.