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domingo, 12 de agosto de 2018

Te fuiste un 8 de agosto de 1998

Una buena charla. Siempre he opinado que una charla, sobre todo una buena, es la base para la confianza, para el acercamiento, para la amistad. Aunque suene  a palabrería, no lo es. Ayer he disfrutado de una de estas charlas. Es curioso, porque yo iba a hablar de otra cosa, per no, todo fue de otra manera. Yo iba a hablar de otra persona, iaba a avergigüar una serie de cosas, y aya ves, al final averigüeé otras muy distantas. No lo entiendo, de verdad que no lo entiendo, por qué de repente, bueno, no tan de repente, me pareció una mujer interesante, yo quería hablar de otra, dejé que la conversación empezara por cualquier parte, luego me encargaría de hacer las preguntas claves, pero no fue así. La conversación era interesante, era fluída, no había que encastrar un tema, todo tenía sentido, todo, ¡qué mierdas!, era fácil dejarse llevar, he de admitir que olvidé lo que había motivado la conversción.
Volvía para casa pensando, pensando en qué era lo que había sucedido, qué era lo mejor. Entonces, fue cuando ella se reveló como, bueno no sé que palabras poner, porque su manera de pensar, las cosas que dice, la forma que tiene de ver la vida, los acontecimientos de  su vida, sus metas, sus debilidades, me sonaba familiar, era como si supiera de qué me estaba hablando, porque mi mente también tenía de esos recuerdos. Venía para casa pensando que tal vez, teníamos que explotar esas cosas que teníamos en común....

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