Qué difícil, por no decir imposible es obtener esa combinación de sonidos "Sé como te sientes".
Sería lógico que si alguien ha pasado por lo que tú, empatice contigo, porque claro, te dirá "yo he pasado por lo mismo".

He venido discutiendo estos términos, estas cuestiones desde tiempos inmemoriables. Esta necesidad, esta cruel forma de sentir el cariño de los demás, está imposible disociación entre amor y entendimiento.
Desconozco que realidad, en mi infancia, motivó estas imposibles combinaciones, amor-comprensión, cariño-entendimiento, respeto-empatía, recibir-dar
Cuando uno, en uno de "esos" días, se revela, la paciencia cae a bajo mínimos, se muestra quisquilloso, todo el personal se sorprende, se disparan las alarmas, lógicamente, ellos te aprecian, y quieren ayudarte, lejos de preguntarte qué necesitas, ya te dan la solución, "quítate ya de sentirte así", o se proponen situaciones como "Tranquilo, ya se te pasará, y me comentas si necesitas algo".
Me supongo que he de entender que para todo hay que pagar un precio. El estar siempre disponible, el poner siempre la otra mejilla, el no exigir ciertos cambios, porque en el fondo "comprendes", hace que cuando un día, o varios, te has rendido, algo ha pasado que has tocado fondo, no sabes por qué y si lo sabes no es importante, y no lo es porque no lo sea, sino porque ya se repite, como un karma que te ha tocado, ha sucedido en tantas ocasiones, que qué importa una más, pues lo siento chico, "tú eres el duro, a ti no hay que cuidarte", porque claro, ese es el papel que he cogido en mis relaciones con las personas, yo el duro, la roca, el que resiste, el que aguanta, el comprensivo,...., entonces, la otra parte se queda con el otro papel. Tantas veces hemos visto la película, que es imposible, que un día, se tornen los papeles, "¿hacer yo ahora de duro?, no, no, no, ¿aguantar el tipo?, no no no, lo siento, llama al extra a ver si viene...."
¿qué ha pasado en tantas ocasiones?
Una vez más, una persona no tiene cuidado de vigilar los detalles, porque da por hecho que no es necesario, en el momento de actuar, sus propios problemas la embargan y claro, no se enciende ninguna luz roja, ¿para qué?, no existe, nadie le ha enseñado que aunque uno sea una persona fuerte, no significa que no le duelan que no le entristezcan los malos modos, malos por las consecuencias, por mucho que nazcan de situaciones truculentas, y a mi entender perfectamente comprensibles, ahí y sólo ahí radica la cuestión.
No sólo no padezco si no que hasta comprendo. Claro, este ciclo vicioso, cuando estás con las pilas cargadas, que es casi siempre, no te pasa, realmente factura. El Misionero en acción.
Pero, antes o después, siempre hay un día que esa energía no es la adecuada, pasa poco, tan poco, que ni te acuerdas de exigirlo, como para entrenar a las personas, cosa que al final parece más que necesario. Algo así como un simulacro, se mejoran reacciones, tiempos de respuesta, etc.
Me gustaría decir, que esto es lo peor de la situación. La no consideración de que lo malo tambien me daña, como a los demás. Tal vez no me hunda, tal vez, no me afecte a mi autoestima, tal vez no me dañe a mi mismo, pero me entristece, me arrebata esa tranquilidad que tanto adoramos, pierdo las ganas de tratar con las personas más allegadas.
¿Por qué?, porque a ellas les exijo en ese momento, lo que nunca me he puesto a exigir. Que me cuiden, que me muestren, esas combinaciones de las que hablaba en un principio.
Ahí es donde la tristeza ya lo inunda todo, y comienza la parte más dura. Porque aun comentando que estoy triste, que algo daña mi estado de ánimo, los allegados, los cercanos, no conocen, o no saben como lograr, las tan comentadas, combinaciones, y yo que tengo la paciencia bajo mínimos me muestro arisco, la verdad es que no me entusiasma la idea de dar una charla de como llegar a mi mente. Sé que debería hacerlo, pero si tengo que explicarlo, después de haber hablado de como pienso tantas veces, de como actúo en tantas y tantas situaciones, me sentiría igual de triste o peor, porque al estar en este lado de la exigencia, no me explicaría con calma, con paciencia, y lógicamente, quien va a poder entenderme.
Curioso bucle. Lo más curioso de todo, es que hace dos semanas allané el camino de una amiga, charlando sobre muchas de estas ideas. Ay, misionero, qué buen comunicador cuando el problema no es tuyo, como sabes descomponer la realidad en tantas partes que todos entienden cada una des sus porciones, salvo, claro está cuando, el problema lo tienes tú, la tristeza la llevas tú, la falta de paciencia la tienes tú, te rindes y no has comenzado, curioso, curioso.
Viendo como actúan los demás, lo primero sería despejar el camino mostrándome menos comprensivo con los otros seres humanos, con sus problemas pero sobre todo con su dejadez al cuidar de este, que conversa aquí.
Debería ser mucho menos permisivo, si va a ver un día en que no lo seré, y ese día se convierte en varios, ahí debería estar el listón.
Estoy seguro que muchas de las personas que presumode tener como cercanas, no darían el tipo, y claro, llegado el día clave, ese, el día en que si necesito que me cuiden, por lo menos, a alguno de ellos, no podría exigirle nada, ya no estaría.
Porque admitámoslo, si estás siempre ahí, para qué cuidarte, total no vas a irte a ningún lado. Tú lo aguantas todo, porque como eres tan comprensivo. Pues, la verdad, me imagino, que va siendo hora de cerrar el kiosko, una vez más.
Todo eso me pone triste, realmente triste, por saber que no estoy bien rodeado, y ha sido culpa mía no mostrar menos condescendencia con las faltas, debería hacer como hacen los seres humanos más mundanos. "Hasta que no me pidas perdón no cuentes conmigo", debería empezar a practicar, pasaré de triste a sentirme estúpido, pero considero que es menos lesiva una sensación que la otra.
Poner límites a las personas. Qué dura realidad, por lo estúpido que es, las personas nos damos cuenta cuando hemos hecho algo negativo para otra, pero parece ser que no, porque a mi no hacen más que marcarme a sangre y hierro cuando daño sus "interiores", cáspita, bien me entero, porque las consecuencias allí rápidamente son reflejadas, ya sean gritos, cortes de manga, lágrimas, malas miradas, cambios de humor, retirada de la palabra, colgar el teléfono, pedirte que te vayas, insultos, en definiva, toda una jerga que parece ser que tendré que empezar a plantearme, porque hazmitámoslo, estoy fuera del gremio, si quiero estar dentro, he de emplear su idioma, sus sistemas de comunicación.
Y pensar que eso sea necesario, para que mis allegados me cuiden, me protejan cuando me siento vulnerable, me arropen, pues la verdad, ¿merece la pena?.
Pues hoy, ayer, antes de ayer, me siento vulnerable, y sobre todo a los más fuertes, nos molesta enormemente, sentirnos así, nos debilita, en nuestra creencia de que podemos con todo, que superamos todo. Soy fuerte, lo sé, no me avergüenza, ni me hace sentirme menos, por asumir la sensación de vulnerabilidad. Pero cuando observo, lo fácil que sería para mis allegados cuidarme en estos momentos, y que en cambio, se frustran por no llegar a mi mente, se molestan porque mi tristeza perdura, o porque en mi estado, mi paciencia agota las posibilidades de que no critique su comportamiento, y no es, claro está, una crítica constructiva, y mal acostumbrados que están a que de ti, eso no parece lógico, aun te dan más motivos para que la tristeza se agarre a ti como una lapa. Otros optan por la distancia, el mejor remedio para no tomar partido, ni te quito ni te doy, así, lógicamente no habrá enfrentamiento alguno, que en parte, yo lo agradezco, si no sabes que hacer, es mejor no hacer nada, pero ya digo, en parte, porque señores, si una persona está triste, por favor, sólo hace falta acompañarla, y si se pone dramatica en exceso, o incluso, que parece que disfruta estando triste, limitémosnos a acompañarla, "ya se te pasará, si, pero no lo pasarás sola".
Y que conste, yo creo en que muchas cosas hay que pasarlas solo. Cierto. Pero, claro, con ayudas como ésta, no me extraña que las personas ya hayan asumido que tienen más que perder si están acompañadas, y claro, por lo menos así, no pierden más de lo que ya han perdido.
Mi madre, siempre me dijo "si te pones a exigir, te quedarás sólo, nadie dará nunca la talla, has de aceptar a tus amigos como son".
Gracias, madre, cierto, pero he seguido tu consejo toda mi vida, y aun sigo frustrado por comprobar, que aceptar, comprender, entender, empatizar con mis amigos, allegados, está provocando que se confunda con que yo he de comer, tragar, asumir, y al final descender a mi propia soledad.
Mal asunto, ésto de escribir por las noches. EStoy seguro que mañana lo veré todo de otra forma, pero, ahora queda reflejado como me siento a las 5 de la mañana, tengo todo el derecho del mundo, a que si el amanecer cambia mis sensaciones, pues bienvenidas sean.