Una vez más os dejo una reflexión de Daniel Martín.
2010, en lo cinematográfico, ha vivido a la sombra de “Avatar“, película que se estrenó a finales de 2009. La nueva aventura comercial de James Cameron, con su fabulosa estética y su inmejorable técnica, ha cambiado para siempre el mundo del séptimo arte, sobre todo por la incorporación definitiva del 3D, elemento que, para bien, ha vuelto a llenar salas, y que, para mal, viste de oropel lo que apenas tiene brillo. “Avatar”, como en su día “Titanic“, triunfó a pesar de su guión trivial, por no decir pésimo.
Quizás el brillo de Cameron haya perjudicado a otras películas que, no obstante, también han abierto nuevos caminos. Algunas de manera tan hipnóticamente confusa como “Origen”, donde Christopher Nolan volvió a demostrar que es uno de los grandes directores del futuro. También “Kick ass”, de modo más modesto y gamberro, se encuentra entre los filmes originales que han evitado que 2010 sea un año de desastre artístico absoluto.
Junto a las citadas, habría que recordar “El libro de Eli”, la enésima parte de “Resident Evil” –sin grandes alardes, la saga borda las escenas de acción–, “Acantilado rojo”, “Machete” y, sobre todo, “Action Man 2″ como los mejores filmes comerciales del año. Sólo ellos, sin contar, claro está, el cine de animación, han conseguido crear afición a la vez que han respetado mínimamente las reglas de corrección de la cinematografía.
Junto a ellas, películas un tanto más elevadas, como “La red social“, “Up in the air”, la “Invictus” del incombustible Clint Eastwwoody “En tierra hostil”, que triunfó en los Oscar a pesar de ser más un documental que una obra de ficción, en ningún caso obras maestras, pero sí muy interesantes en todos los terrenos.
Haciendo un repaso al resto de los estrenos del año, nos encontramos con cantidad de películas mucho más que mediocres: “Sherlock Holmes”, “El retrato de Dorian Gray”, “The road” o “El equipo A” han bebido de fuentes externas para vender muchas entradas y decepcionar a muchos espectadores; remakes como “Karate Kid” o enésimos episodios como los de Harry Potter, Narnia o “Crepúsculo” muestran el declive de una industria que, después de abandonar el guión y la tensión y el ritmo dramáticos, no deja de dar excusas a los que prefieren bajarse cosas de internet que ir a una sala del cine; cosa que ocurre hasta cuando algunas producciones, como “El príncipe de Persia” o “Furia de titanes”, se han refugiado en el camino tridimensional abierto por “Avatar”; a veces, como en “Salt” o “Un ciudadano ejemplar”, uno llegaba a entretenerse; pero lo habitual, como en “Skyline”, “Los mercenarios” o en comedias como “Noche loca”, “Sexo en Nueva York 2”, la esperemos última parte de “Shrek” o “Niños grandes”, es que las cosas fueran rematadamente malas.
Dentro de este clima de mediocridad, resulta revelador que las últimas entregas de Ridley Scott (“Robin Hood”), Roman Polanski (“The ghost writer”), Martin Scorsese (“Shutter island”) o Tim Burton (“Alicia en el país de las maravillas”) también sean bastante malas. Hasta los viejos maestros andan desnortados en esto que parecían dominar.
En cuanto al cine español, ha habido de todo. Destacan sobremanera los fiascos de “Pájaros de papel” y “El gran Vázquez”, el éxito de dos películas bien realizadas, “Lope” y “Balada triste de trompeta”, y la abrupta irrupción a nivel internacional de “Buried”, realizada con dos duros y mucho talento. La mejor noticia para nuestra inexistente industria es que los grandes éxitos comerciales –“Tensión sexual no resuelta”, “Los ojos de Julia” y “Tres metros sobre el cielo” – se han producido al margen de la mafia corporativista que parte y reparte el suculento pastel de las subvenciones. ¿Estamos ante un giro definitivo de nuestros modos de hacer cine?
Dejo para el final la que a mi entender es la mejor película del año: “Toy Story 3”. Con o sin 3D. Pixar es el gran referente del cine actual porque, como ya escribí hace unas semanas, respeta por encima de todo la calidad del guión. Por si fuera poco, hace comedias; para mayores, aunque a los niños también les gusten. La tercera entrega de las aventuras de Buzz Lightyear y Woody ha sido mi mayor satisfacción de 2010. Aparte, me reí muchísimo con “Gru, mi villano favorito”.
Supongo que el dominio de los dibujos sobre los artistas de carne y hueso, la implantación de nuevas técnicas como el 3D y la irrupción del mundo de los sueños en “Origen” crean una auténtica realidad virtual. Que, después de todo, era lo que pretendían aquellos pioneros que convirtieron el cine en el mayor espectáculo de masas de todos los tiempos.
Enlace original del texto
Periódico digital La república
y como siempre digo, ¿y tú qué opinas?.
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