Te sitúas de una forma contradictoria. Quieres intimar, pero a la vez, en el mismo instante ya estás despegando el pie del acelerador. En el fondo sólo es un intercambio.
Nunca diría que me motiva a ser un simple viajero, sin un destino específico, dejándome llevar, en apariencia, pero dirigiendo la batuta en todo momento.
Me pregunto si me servirá de algo. Estimo que, en realidad, no quiero llegar a nada. Sólo es un simple viaje, disfrutando del paisaje, de alguna parada imprevista, pero dónde sólo dejo algo de mí. Nada más.
Del otro lado, mi interlocutor, no sé muy bien lo que piensa. ¿Qué sentíra?. .... ¿Hará lo mismo que yo?. Bueno, en definitiva, así está la cosa.
Termina el intercambio. Dejémoslo así. Sin promesas, sin saber si habrá más paradas en este viaje.
Y la eterna cuestión....Disculpe, revisor, ¿Hasta dónde llega este tren?.......¿y cuánto vale el tícket?.......
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