Hay una realidad patente en la vida de muchas personas. Como algo que te persigue por mucho que corras. Algo que siempre te espera en cuanto giras esa esquina. Un viento que siempre se cuela por alguna rendija de una ventana, que aunque tengas cerrada, no sabes por qué, pero algún pequeño hueco, oculto a tu vista, permite el paso del frío.
En mi caso podríamos contar la siguiente historia:
Estás en un hoyo. Uno de esos de los que no puedes escapar, resbalas cuando tratas de alcanzar la superficie. Una persona importante en tu vida se acerca. Le gritas pidiendo AUXILIO, QUÉ NO PUEDES ESCAPAR, QUÉ ESTÁS ASUSTADO...
...y esa persona importante te responde, "oye, a mí no me grites".
Es muy curiosa esa respuesta ante una petición de ayuda, desesperada, sólo les preocupa el tono de voz, que les afecta de mala manera. Luego te dirán que quieren ayudarte, que no les gusta verte en ese hoyo y demás, ...
No ver más allá de tu tono de voz indica lo que realmente es importante, y no es ayudarte mientras estás en el hoyo ...
...finalmente termino saliendo del hoyo por mis propios medios, y con una o varias personas "importantes" , menos, en mi vida.
Y cómo ese frío que se cuela por la ventana de mi vida, por más que la reviso, por mucho que trato de encontrar el por qué las personas no dan la talla en algo tan sencillo como es valorar quién eres por encima de tu tono de voz. Bueno, todos tenemos esa rendija, y ésta es la mía...
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