10.00 de la mañana, domingo.
El día había amanecido despejado. Todavía había dudas, sobre si iba o no a ser capaz de salir y enfrentarme con los acontecimientos. Cuando uno es una persona decidida, muchos llegan a creer que no te cuesta tomar las decisiones, que no vacilas un solo instante, pero hay que admitir que aunque le eches valor, es difícil conocer como te vas a sentir, qué te va a dominar, cuando llegue el momento.
10.25 de la mañana, domingo.
Raudo, recorres las calles que te encaminan hacia tu parada. Las personas te miran extrañadas, porque vas ataviado con bata y chanclas. Es Barcelona, pero aun así, vacilan al verte con esa fachada. Camino sin titubear, tengo claro, a donde voy, y no quiero que cuando llegue el momento, me pueda echar atrás.
10.30 de la mañana, domingo.
Llego a la Catedral. Me dirijo hacia un grupo de personas, y una de ellas me orienta, existe un punto de reunión más arriba dónde podré prepararme para la acción.
Al llegar al punto de encuentro, atisbo caras de asombro, soy el único preparado ya para la ocasión, todos los presentes están con ropa de calle, pero, aunque vamos a hacer lo mismo en unos minutos, se preguntan el por qué de mi vestimenta.
10.50 de la mañana, domingo.
Nos explican las formas del evento, las maneras, una breve orientación que me hace preguntarme una vez más el por qué hay que explicar lo evidente, es un acto triste, es un acto beligerante, es un acto para llamar la atención, no debe de haber bromas, risas, u otras manifestaciones alternativas, sólo una nube sombría, debería dominar nuestros actos, yo, que es mi primera vez, entiendo que me lo expliquen, pero allí veo muchos veteranos, y el organizador, no parece hablar para seres vírgenes como yo, si no para todos, intuyo que al igual que en el cine hay que pedir cosas de sentido común, en un acto como este también. Triste, triste de ver que las personas, aunque combativas, siguen cayendo en el pozo de ser vulgares marionetas de la desvergüenza que da el anonimato del grupo.
En fin, nos explican y listo. Seré de los que van primeros, ya que necesitan personas de primera mano para la zona donde vivo, para entrevistas o comentarios.
11.00 de la mañana, domingo
Como si de una ola se tratase, empiezo a ver a todo las personas allí reunidas, sacarse la ropa, como si de una fuerza sobrenatural se tratase, una sensación me empuja a hacer lo mismo, a seguir la cadena, y lo hago, me saco la poca ropa que llevaba, la guardo en mi mochila y me pongo la bata, lo único que me separa del frío día que todavía hacía. Descalzos nos movemos hacía la catedral, avanzo con mi bote de sangre falsa y mi semblante serio, frío, acorde con el día, acorde con el evento, con lo que allí se quería reflejar, todos los que miraran tenían que sentir todo lo malo, todo lo negativo que se respira de actos como fabricar un abrigo de piel.
11.05 de la mañana, domingo
Nos colocamos en la posición adecuada, teníamos que formar un triángulo invertido. Nos quitamos la poca ropa que nos quedaba y nos tumbamos. Cerré los ojos, y me dispuse a sentir.
Estaba allí, sabía que rodeado de gente mirando, fotógrafos, transeuntes, cualquiera, pero estaba tranquilo. Sentía el frío de la piedra bajo mi cuerpo, había escogido una posición ladeada, para tener el menor contacto contra la fría piedra de la escalinata de la catedral. Parte mi cuerpo estaba refugiado en el calor de una chica que tenía a mi lado.
Al principio, ni notaba, en exceso, el frío. La desnudez, había pasado completamente desapercibida. Estaba allí desnudo, en medio de todo, pero ni siquiera había un atisbo de vergüenza. Mi principal sensación, la que dominaba mi mente,mi cuerpo, era concentrarme en respirar tranquilo, acompasado. Busqué relajar todo mi cuerpo, apoye, sin miedo mi cuerpo sobre esa figura femenina a mi lado y sobre el suelo, el frío invadía unas áreas, y el tibio calor afectaba a otras. Casi parecía que podría estar así horas.
11.20 de la mañana, domingo
Mi posición, de la que no podía huir, "estaba muerto", y los muertos no se desplazan, empezaba a hacer mella en mis articulaciones afectadas, en mi zona de contacto con la piedra, dura, sin empatía por los que allí estábamos. Comenzó un lenta, pero infatigable sensación de adormecimiento de mi brazo izquierdo. Allí, mismo, busqué mis "primeros auxilios". Movía, suavemente, mis dedos, pero aquella sensación tenía todas las de ganar, al poco, ya no sentía la mano, ya no sentía el movimiento de mis falanges, todo estaba perdido.
El frío, también había dominado a mi capacidad para general calor, ni siquiera el calor de mi compañera más cercana, podía apenas mi contacto con la dura y fría realidad.
No había ido allí a exhibirme, no había ido por amistad, había ido a sufrir, y aquello, se resistió, pero aperció al fin.
Los últimos "dos minutos" fueron largos, como 15, pero es que fueron 15, mis "dos minutos más largos de toda mi vida"
11.35 de la mañana, domingo
Escucho unos aplausos, abro los ojos, una marea de gente me rodea. No me imaginaban que estuvieran tan cerca. Me dan un albornoz que no es el mío, más tarde lo recuperaré. Desconcertado, aturdido, frágil, débil, abatido, y a la vez, contento, satisfecho de mi mismo, altivo, enaltecido, valiente,... Ciertamente, ha sido una experiencia, algo que hay que vivir.
Nos dirigimos una vez al punto de encuentro, para vestirnos, y para recuperar fuerzas con una sopa caliente.
Os dejo unos enlaces sobre el evento.
Animaturalis - Cronica de un acto
Sin piel 2008
1 comentario:
Admiro tu valentía.
Adoro tanto a los animales, les amo y respeto con tal pasión que llevo años siendo vegetariana por convicción propia y hace meses que soy ovovegana. Mi idea es convertirme en frugívora (consumir sólo frutos) en cuanto se me acabe la edad fértil. De ese modo no dañaré a ningún ser vivo por medio de mi alimentación.
Sin embargo, sería incapaz de desnudarme en público en un acto reivindicativo.
Felicidades por ello y por la forma que tienes de expresarte y de expresarlo.
Un beso:).
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