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martes, 1 de septiembre de 2009

Copia - Pega (y ahora el timo del fútbol)

Uno de los principales problemas -causa y consecuencia- de la sociedad occidental es la saturación de periodismo deportivo. En esto, de nuevo, el modelo es USA, donde muchos colegiales no son capaces de citar todos los Estados de la Unión pero se conocen de carrerilla las alineaciones de cualquiera de los equipos de la NBA. Del mismo modo, es imposible encontrar en España un estudiante de la ESO que sepa los límites de la provincia de Jaén, pero la gran mayoría conoce el once titular del Barça de Pep Guardiola.

Lo peor de esta sobredosis es que el deporte, más allá de lo puramente competitivo, apenas es nada. Pero la información deportiva vende y necesita fabricar contenidos al modo de los plumillas de la prensa rosa. Así son habituales los rumores inventados, los escándalos sin fundamento y, sobre todo, las declaraciones insustanciales de los protagonistas. Todas las semanas sale algún jugador diciendo lo mismo que dijo otro la anterior o dirá el rival la siguiente. Después de todo, un partido de fútbol, baloncesto o tenis no da para mucha introspección ni disquisición profunda.

Este repetitivo despliegue informativo es una de las bases en las que se asienta nuestro sistema democrático, así emparentado con las viejas dictaduras romanas del pan y circo. A algunos esto nos aburre enormemente, pero a la masa le permite seguir adormecida un par de días más.

Hecha la puntualización, he de decir que me encanta ver deporte en televisión. La competición. Nada más. Este verano he disfrutado enormemente viendo correr a Usain Bolt, Allyson Felix o Kenenisa Bekele en los Mundiales de Atletismo de Berlín. Y espero gozar con el probable triunfo de la selección española de baloncesto en el Europeo de Polonia.

Por supuesto, también me gusta ver un buen partido de fútbol. Más allá de mis colores, que evidentemente padezco, adoro el juego ofensivo y el año pasado no tuve más remedio que rendirme al florido y espectacular juego del Barcelona de Guardiola. Cuando hay tiempo, y algo de emoción en juego, no hay nada como sentarse en el sofá a observar los procelosos movimientos de una pelotita impulsada por los jugadores.

Pues bien, mientras la información deportiva al margen de la competición seguirá matando neuronas, ahora la Liga española de fútbol no está al alcance de todos, ni siquiera pagando, salvo que nos abonemos a dos canales diferentes. Si te abonas al Canal+ Liga, podrás ver el partido del Barça o del Madrid, pero no podrás comprar el del otro, salvo que también pagues a Gol TV. Dos canales de pago que se llevan a patadas pero que, reveladoramente, pertenecen al Grupo Prisa y a Mediapro, los dos grupos que funcionan como principales voceros del actual Gobierno de España, por lo menos de momento y hasta que los primeros exploten por el continuo desdén de José Luis Rodríguez Zapatero para con ellos.

Esto es un timo. Los aficionados al fútbol, los bares que quieran llenar el local con el mejor partido de la jornada, los medios de comunicación... tendrán que pagar a las dos plataformas si quieren verlo todo. Esto no tienen parangón en ninguna otra competición deportiva profesional del mundo.

Lo más escandaloso del tema es que, el pasado mes de agosto, el Gobierno recurrió a la polémica figura del Decreto Ley, reservada constitucionalmente a casos de extrema urgencia, para legalizar la TDT de pago y ponerle alfombra de oro a sus amigos de la Sexta. Había prisa por unos intereses empresariales, nunca nacionales.

La maniobra, aparte de artera, es indignante. El único consuelo que me queda, aparte del de la lectura -como el pasado sábado, disfrutando de Goethe mientras el Madrid le ganaba al Depor-, es la esperanza de que, ahora que le tocan lo que realmente le importa, el pueblo español por fin reaccione. El Estado de Derecho no funciona, los partidos se reparten el botín nacional, la fractura autonómica se la Nación nos debilita, pero nunca pasa nada. Quizás el latrocinio futbolístico ideado por el Gobierno para favorecer a los suyos invite a los españoles a, por fin, abrir los ojos ante el indignante espectáculo político que nos afecta. ¿O le bastará con las palabras de Guardiola, las abdominales de Cristiano Ronaldo, las victorias de la selección de Del Bosque?




Texto original de Daniel Martín en estrella digital





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