Es muy curioso observarse a uno mismo. Puedes creer que ya estás muy visto. Incluso puedes adelantarte a muchas de tus emociones, de tus sensaciones.
Qué curioso, sí, cuando puedes pararte un instante. Analizarte, sin trucos, sin vacilaciones, sin autojustificarte, sin compasión.
En alguna de esas ocasiones llegas a sorprenderte por esta o aquella reacción. Haces lo posible por mantenerte unido a ella, conseguir realizar una reflexión sobre la misma, al poco, una idea, florece.
Digieres esa idea, la propones, y la moción queda aprobada. No quedan dudas sobre ese momento vivido, no puedes ni siquiera parar el torrente.
¿En qué momento dejaste de hacerlo?
¿Cuándo pensaste qué era mejor no saber de ti?
¿Por qué se ha convertido mirar para adentro en algo abrupto?
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