A veces uno puede comenzar una historia sin saber que ha comenzado. Tal vez, no lo sepa, pero venía de atrás, tal vez haya incógnitas, cómo, ¿por qué me siento así, ahora?.
Una de esas ocasiones, comienza con una sensación de tristeza, que te invade, aparece, y no de repente, sino, poco a poco. Te das cuenta, pero no le pones reparos, ya que parece que en realidad, no va a pasar de ahí. En cambio, a los pocos minutos, estás ya más metido que nunca.
Es curioso, y lo digo siempre, como ciertas cosas, `pueden ser, digamos, botones, accesos rápidos a cuestiones más serias.
Hoy, mientras caminaba por la calle, de noche, con una lluvia de estas que crees que no moja, un coche se paraba unos metros por delante de mi, algo le interrumpía el paso. Esa interrupción la provocaba un perro, que yo pensé, sería de uno de los chicos que iba delante de él, pero no, era uno de estos animales abandonados. Nunca lo hubiera imaginado, ya que de lejos parecía cuidado, y de esas razas, no me preguntes cuál, porque de perros no se mucho, pero de esas que te parece que hay pagar para tener un ejemplar así.
El perro no se movía de la calzada, y un chico intentaba llamar su atención, para que se subiera a la acera y despejar el camino. Yo ya me iba acercando, y al final, decidí acercarme, dar unas palmadas delante del perro y éste se alejó lo suficiente para dejar espedita la vía.
La doña del coche susurró que el perro andaba desorientado. No le dije nada, yo estaba mirando al animal. Tenía ojos de búsqueda, ¿qué buscas?, me preguntaba, ¿a tú amo?, amo se me hizo un nudo en la garganta, curiosa relación con los animales de "compañía".
Ya estaba triste, lo sé, mucho antes de que esa escena se cruzara en mi vida. Pero mi vínculo con aquel perro no se terminó con mis palmadas. Nos cruzamos la mirada, y al igual que un animal de antaño, me vi perfilado.
Me sentí perdido, me sentí abandonado. Cómo él, en ese instante pude saborear la sensación de buscar algo y no saber que era exactamente, y la pérdida en la que me embuía. Al igual que él me habían prometido un "hogar", un "sitio en el que sentirme protegido", un amigo, un compañero, apoyo, ...., y más, y no me sentía así, me sentía como él, "desorientado", como dijo la doña del coche, desorientado, vaya análisis más profundo. A la siguiente curva, estoy seguro que ni se acordaba del perro, pero ya ves, para dictámenes psicológicos perrunos estba la mujer.
No puedo añadir nada más. Todo en mi, hasta que llegué a mi destino, y tal vez, parte de un tiempo dónde si estaba acompañado, y dónde podía sentirme arropado, a pesar de estas realidades más cercanas, el recuerdo del animal, y de que yo al igual que él, estaba navegando sin rumbo, y no veía por ningún lado la sensación de que había un puerto, donde resguardarme, protegido, de las mareas, de los vientos, de la desazón.
Me parece injusto sentirme así, cuando estoy viviendo uno de los momentos más embriagadores de mi vida. Doy por hecho que sentirse de una forma, no es contrario a vivir de otra, pero, a pesar de eso, injusto me parece.
...no más que es tarde...
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