Hay ciertas ocasiones en las que no tienes ni puta idea de que pasa por tu mente, de si el huevo o la gallina.
No se si es una arranque de color, o un bajón de insulina, pero en esas ocasiones me quedo alucinado con los continuos cambios mentales que uno puede llegar a disfrutar.
Estás pensando en unas cosas, te hacen sonreir, te dejas llevar. Claro que te dejas llevar, porque lo bueno, no hay que entenderlo, no importa qué, pero si es bueno, digamos que te escaqueas en hacer un chequeo de motivos, análisis de la situación, etc.
Curiosamente, de repente, estás pensando en otras cosas, no te hacen sonreir, desde luego que no. El cambio es tan rápido, tan inexorable...
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